Jornada Mundial de la Juventud 2013


"No se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente antes las desigualdades que aun existen"
Papa Francisco

sábado, 16 de agosto de 2014

PEREGRINOS DE CALAÑAS EN SANTIAGO

“Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban a Emaús, un pueblo a once kilómetros de Jerusalén. Mientras conversaban de todo lo que había pasado, Jesús se les acercó y empezó a caminar con ellos, pero ellos no lo reconocieron…” (Evangelio según San Lucas) Durante la semana del 23 al 30 de julio, un grupo de nueve personas de la Parroquia Santa Mª de Gracia de Calañas, nos hemos integrado en un grupo mayor, organizado por la pastoral juvenil de la diócesis de Huelva para realizar el camino de Santiago. Y al llegar a Sarria se nos unió un grupo de 40 jóvenes de Santander acompañados de un sacerdote y algunos responsables mayores. Muchas otras personas conocidas han realizado este camino con anterioridad y todos nos han contado su experiencia como algo maravilloso, digno de volver a repetir. Pero nuestra experiencia ha sido doblemente gratificante al realizarla desde la pastoral de la diócesis. Ya, desde un primer momento, nos animaron a verla con los ojos de la fe y no como si de un viaje de turismo se tratara. La peregrinación iría enfocada desde la perspectiva del Camino de Emaús (Lucas 24, 13-35 ) Y así todas nuestras etapas fueron precedidas por una reflexión en la que meditar durante la marcha. Además hemos contado con una oración colectiva matinal para iniciar el camino y a las doce del mediodía parábamos para rezar el ángelus. Todas las tardes se dedicaba un tiempo para poner en común, en pequeños grupos, nuestra experiencia del día y las reflexiones de cada uno. Y después celebrábamos la eucaristía, en cualquier llano cercano a donde fuéramos a pernoctar .Esta misa era oficiada por loa tres sacerdotes que nos acompañaban y por un diácono que iba al cargo de un grupo de jóvenes de Trigueros. También el tercer día, se unió al grupo nuestro obispo, D. José Viaplana. Este hecho llenó de alegría tanto al grupo de Huelva como al de Santander, ya que don José había ejercido anteriormente su cargo en esta ciudad. Nos acompañó durante la etapa de Arzúa a Pedrouzo. Ni que decir tiene que durante su visita presidió las eucaristías, las oraciones y el ángelus. La tarde anterior a nuestra llegada a Santiago nos ofrecieron la posibilidad de confesarnos y aunque éramos muchos contamos con el Obispo, los tres sacerdotes que nos acompañaban y un sacerdote que acompañaba a un grupo de scouts de Trigueros y con el que coincidimos en el pabellón de ese día. En el Monte do Gozo, desde donde se divisa Santiago, nos felicitamos y rezamos y nos agrupamos para llegar todos juntos, incluidas, las personas de la organización que colaboraban sin hacer el camino. A nuestra llegada a Santiago también vivimos momentos muy emotivos cuando entramos a la ciudad al grito de “Huelva, Huelva” y al llegar a la catedral , después de abrazarnos y felicitarnos, nos sentamos en el suelo para compartir una oración de acción de gracias. Aunque ese día no llegamos a tiempo, al día siguiente, asistimos a la misa del peregrino a las doce de la mañana. Esta misa nos resultó de lo más emocionante ya que nuestros sacerdotes concelebraron en el altar con cerca de treinta sacerdotes más. Cuando nombran a tu grupo dentro de los grupos que se encuentran presentes, cuando anuncian que tu grupo va a participar activamente cantando una canción al final de la celebración y cuando escuchas y entonas la salve rociera, los sentimientos se acumulan. Tuvimos también la suerte de que una familia había pagado para lanzar el botafumeiro y pudimos disfrutar de este espectáculo. Por todo esto creemos que hemos vivido doblemente la experiencia. Además del camino, los paisajes, el buen “rollo” entre los peregrinos, el esfuerzo, la gratificación sentida cuando lo consigues ...hemos realizado un camino desde la FE. Queremos destacar también que en todo momento el grupo ha permanecido unido, todos nos hemos sentido arropados por todos, en los momentos de dificultad nos hemos ayudado unos a otros, hemos vivido como propias las lesiones de algunos compañeros y siempre hemos estado pendientes de ellos, hemos compartido también las alegrías y las recuperaciones… En fin, queremos animar a otras personas para que vivan esta bonita experiencia y si es posible, que aprovechen cuando la diócesis vuelva a organizarla.